miércoles, 2 de febrero de 2011

El rumbo de una nueva nación

1. Los índices de pobreza, desempleo y carestía se han elevado en los gobiernos de la alternancia panista de forma alarmante.

Durante el último gobierno priísta el crecimiento del producto interno bruto (PIB) fue de cuatro por ciento, mientras que en los gobiernos panistas ha bajado a 2.15 por ciento (con Vicente Fox) y en lo que va del gobierno de Felipe Calderón, a 1.12 por ciento.

2. Los precios de los alimentos y los energéticos se dispararon en los últimos años. Entre las cifras del último estudio del grupo legislativo del PRI en el Senado, por ejemplo, se menciona la tarifa promedio de la electricidad: aumentó 133 por ciento de 1999 a 2009.

El diesel 130 por ciento, dice el mismo estudio.

La tortilla ha elevado su precio 190 por ciento de 2002 a la fecha. Incluso, de enero de 2008 a enero de 2009, el precio de la canasta básica se incrementó en casi 100 por ciento.

3. Entre 2006 y 2008 la tasa de desocupación se elevó de 2.2 a 5.4 por ciento, mientras que en ese mismo periodo, la población nacional en pobreza alimentaria creció.

En la última década se diluyó la posibilidad de un nuevo proyecto de nación.

4. La consolidación de un régimen democrático exigía modernizar el andamiaje institucional, para hacerlo acorde a las necesidades de una ciudadanía cada vez más exigente y demandante. Sin embargo, nuestra democracia se quedó trunca y el país, a todas luces, perdió el rumbo.

La democracia mexicana tiene que dejar atrás un sistema defectuoso y carente de instituciones fuertes. Debemos formar un gobierno de certidumbres, que recupere la confianza de la ciudadanía creando oportunidades de bienestar y desarrollo.

5. Somos parte de la región más desigual del mundo en la distribución del ingreso. En este contexto, el PRI se encuentra ante la gran oportunidad de convertirse en el motor de la innovación institucional que México exige. Podremos hacerlo en la medida que construyamos, mediante la negociación, un nuevo modelo de desarrollo que genere bienestar, que mejore las instituciones con legitimidad, que concrete la consolidación de la democracia.

6. La iniciativa ciudadana está en los sentimientos de una nueva nación. Este proyecto nacional debe ante todo apuntalar el prestigio de las instituciones democráticas, de los poderes representativos del Estado y del servicio público.

Necesitamos que la población recobre la confianza en las instituciones, en los políticos pero, sobre todo, en la política como herramienta fundamental para lograr acuerdos y generar consensos. Para conseguirlo, es necesario fomentar la rendición de cuentas.

7. El prestigio institucional se dará en la medida que se tengan funcionarios públicos idóneos, elegidos a través de un servicio civil de carrera que combata la improvisación y fortalezca la profesionalización del servicio público.

Sólo con un Estado renovado en sus capacidades e instituciones daremos el salto de calidad en innovación y tecnología para impulsar la competitividad.

8. El proyecto de nación no se puede completar sin una agenda que fortalezca el estado de derecho y la creación de una cultura de la legalidad, con policías e instituciones judiciales que contrarresten la impunidad y atajen de fondo la cultura de la corrupción.

Pensar en un Poder Judicial independiente de los otros poderes y con la capacidad de sustentar una vigilancia horizontal hacia el Legislativo y Ejecutivo, es fundamental.

9. Para reconstruir el rumbo de la nación es menester identificar los disensos y resolverlos mediante un pacto de gobernabilidad. Debemos establecer una carta de navegación para el país, que se concrete en políticas públicas pertinentes; que armonice la igualdad y la libertad, lo común y lo diverso.

Debemos elevar el debate público a partir de puntos específicos: se trata de fijar una agenda con rigor, con rendición de cuentas, y no con declaraciones vacías.

10. Existe una base social amplia que está dispuesta a integrarse a este esfuerzo de cambio y transformación, formada por una nueva clase media moderna e integrada a las tecnologías del conocimiento. Sin embargo, requiere el apoyo del Estado para detonar su capacidad emprendedora.

Por lo mismo, necesitamos una reforma al sistema federal que nos permita una distribución más equitativa de los recursos a las entidades del país, además, de fortalecer los programas de apoyo a la educación, a la salud, a la vivienda, para construir una nueva nación.