miércoles, 13 de abril de 2011

Hacia un nuevo pacto federal agropecuario

Patria Nueva
Fidel Herrera Beltrán
13 de abril de 2011

Respetuosamente a la vida y obra del gran

gobernador Agustín Acosta Lagunes, que

señalara que Veracruz es el granero de la nación.

1.- Son muchos los reclamos que ha recibido el Gobierno federal respecto a la necesidad de rescatar al campo mexicano. Desde Sinaloa hasta San Luis, de Campeche a Oaxaca, en el centro del país y en las penínsulas, los campesinos demandan un nuevo federalismo agropecuario. Una política de Estado que enfrente el rezago del sector primario de manera integral, con apoyos e incentivos a la producción de alimentos.

2.- Para tener una idea de la importancia del tema en la vida nacional, la superficie agrícola sembrada alcanza los 22 millones de hectáreas: la onceava parte del territorio mexicano.

De este total, el 77.6 por ciento es de temporal y 22.3 por ciento de riego. Pero sobre todo, estas hectáreas concentran a millones de campesinos que producen con muy baja eficiencia y rentabilidad, sin precios ni demanda con garantías, escaso acceso al crédito o apoyos para la dotación de semillas mejoradas y resistentes.

3.- La falta de una política integral de desarrollo rural, explica por qué la población campesina vive, en su inmensa mayoría, por debajo de la línea de la pobreza. Que tengamos jornaleros maltratados, errantes y que por su condición de vulnerabilidad económica resultan presa fácil de las redes de producción de estupefacientes ligadas al crimen organizado o que existan comunidades indígenas enteras condenadas a producir sólo algunos cultivos hace que estén sujetos a los vaivenes del mercado o las contingencias meteorológicas.

4.- Vale la pena recordar lo enunciado por el Gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, durante la presentación del Programa Modernización Sustentable de la Agricultura Tradicional (Masagro): "el campo mexicano debe garantizar una producción más justa, sustentable y respetuosa de su entorno, porque el gran desafío es producir más alimentos en condiciones que a menudo se presentan adversas".

Y es que debemos revertir el abandono que ha marcado el desarrollo agrícola en nuestro país en los últimos años. México necesita un campo productivo, que genere los alimentos que la población demanda.

Más aún, análisis realizados por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), indican que los precios de los alimentos aumentarán considerablemente en los próximos años ante una mayor demanda global y menor disponibilidad. No hay duda, recuperar la soberanía alimentaría es un tema de seguridad nacional.

5.- Para lograrlo, es fundamental que la actividad agrícola se estructure como un paradigma de desarrollo, lo que implica superar el falso debate entre la agricultura familiar y la empresarial.

Por el contrario, la propuesta es llevar las técnicas, la tecnología y la inversión de la agricultura empresarial al ámbito de la pequeña propiedad rural. Para esto, tenemos que intensificar los programas de educación formal, para que la población que vive en los entornos rurales pueda asimilar mejor la capacitación y las innovaciones tecnológicas. Con ello, se estará agregando valor a la cadena productiva agropecuaria.

6.- Es igualmente necesario aprovechar nuestras ventajas competitivas, como resulta la extraordinaria disponibilidad de agua que tenemos en el sureste de México, para impulsar proyectos estratégicos que detonen el empleo, la productividad y rentabilidad en la producción de frutas y hortalizas.

En este ámbito, no podemos eludir la urgente mecanización del campo. Según datos del Banco Mundial, México tiene una de las relaciones más desiguales en el mundo en cuanto al número de tractores por cada mil productores rurales.

Es muy complicado producir, ya no digamos competir y eventualmente exportar, con semejantes desigualdades y con campesinos abandonados a su suerte.

7.- Nuestra Carta Magna, en su artículo 27, explica el rol del Estado para fomentar el desarrollo de la pequeña propiedad rural. Con esa base, resulta oportuno impulsar mecanismos innovadores de financiamiento a pequeños y medianos productores rurales, fomentar la agricultura por contrato, así como la construcción de bodegas y centros de distribución regionales que faciliten la comercialización de sus productos.

Esta visión también implica fortalecer la organización gremial, articular a los productores a través de redes consolidadas y con enorme capital moral, como es la Confederación Nacional Campesina (CNC) o el Consejo Nacional Agropecuario.

8.- En esa lógica, es primordial que el Estado establezca una política pública para rescatar la producción de fertilizantes, que actualmente tenemos que importar de latitudes tan lejanas como Ucrania o China.

Para alcanzar esa meta, es fundamental atender la grave disfunción que ha llevado al país a interrumpir la cadena industrial de producción urea-amoníaco, que resulta clave para la generación de este insumo insustituible en la reactivación del campo mexicano.

9.- Por otro lado, en la política exterior mexicana también tenemos un instrumento formidable para impulsar el agro nacional. En el marco de la Organización Mundial del Comercio, a través de la Ronda de Doha, México puede exigir a los países industrializados la eliminación de barreras al comercio agrícola y propiciar la apertura a nuevos destinos para los productos mexicanos.

10.- En resumen, no basta con hacer declaraciones triunfales sobre nuevos programas para el campo que poca relación guardan con las diversas necesidades y condiciones regionales del país.

Por ello, postulamos un federalismo agropecuario. Para que las políticas públicas se diseñen regionalmente; para rescatar los saberes de nuestros productores, y se brinde capacitación pertinente y de calidad.

Todo para conciliar tradición con modernidad, y hacer de la productividad el eje articulador de la actividad agrícola nacional.

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