miércoles, 18 de mayo de 2011

Seguridad y empleos, reclamos de la Nación

Patria Nueva
Fidel Herrera Beltran
18 de Mayo de 2011

En la última década, México dejó pasar la oportunidad única de implantar un nuevo modelo de país y refundar las instituciones para alcanzar una democracia social. En cambio, nos dirigimos sin brújula hacia un puerto incierto, con una economía que en palabras de Augusto de la Torre, economista en jefe del Banco Mundial para América Latina, vive una recuperación sin empleo y con muy baja productividad.

Pese a ello, desde el Poder Legislativo, los gobiernos y los congresos locales, en el PRI estamos elaborando una carta de navegación que reencauce a la nación por la ruta del progreso y la prosperidad.

2. Se trata de un programa de reconstrucción del país, que convoque a la participación ciudadana para establecer la ruta hacia la prosperidad. En las siguientes semanas, presentaré el conjunto de estas ideas en un libro con el fin de alimentar el debate y la reflexión en torno a la necesidad de impulsar un proyecto amplio de innovación institucional.

Un proyecto fincado en la necesidad de escuchar con atención los reclamos populares, pues ningún gobierno puede darse el lujo de desatender, mucho menos desestimar, la marcha de más de 30 mil personas que se unieron en torno a una demanda contundente: basta de violencia.

3. La insatisfacción respecto a la principal política pública -la de seguridad y combate a la delincuencia organizada- del gobierno federal es evidente. Pero no sólo en ese terreno hay descontento. Lo mismo sucede con las medidas adoptadas para reactivar el campo o apoyar a las pequeñas y medianas empresas. ¿O qué cuentas puede rendir respecto al combate a la pobreza o la defensa de los derechos de nuestros paisanos migrantes en Estados Unidos?

Tengo claro que el principal reto que debemos afrontar es el de recuperar la confianza en nosotros mismos. México requiere que su ciudadanía recobre el aprecio por sus instituciones. Necesitamos rescatar el valor de la política como herramienta fundamental para alcanzar acuerdos y para sacar adelante las reformas que vuelvan a dar viabilidad al país.

Y aunque México requiere de una visión de conjunto para afrontar los problemas que debilitan nuestra democracia, un aspecto prioritario para recuperar el rumbo perdido es resolver la brecha lastimosa de la desigualdad entre los mexicanos.

4. De hecho, si hoy intentáramos ubicar a México en el cubo de las "sociedades de desarrollo tardío", que propone el economista chileno Fernando Fajnzylber, el casillero de la equidad y dinamismo continuaría vacío. Esto significa que no hemos tenido la capacidad de resolver el dilema de crecimiento y desigualdad. ¿Qué tenemos que hacer para que México tenga equidad y dinamismo a la vez? ¿Qué capacidades hay que tener para llenar ese casillero?

5. Sin duda, hay que empezar por apostarle al mercado interno y mejorar nuestra capacidad de ahorro; incrementar la inversión pública y mejorar la educación; se requiere además un Estado fuerte que concite a la paz social. A casi veinte años de que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), propusiera esta combinación para alcanzar mejores niveles de desarrollo, México no ha logrado cruzar el umbral que garantice equidad con dinamismo económico.

Por el contrario, con desaliento hemos aprendido que la recuperación económica no se traduce en empleos ni desarrollo social, aunque el discurso oficial así lo quiera decretar. Teóricamente, la receta neoliberal produce más beneficios que perjuicios, pero la realidad nos está indicando lo contrario. No es que la teoría se haya quedado corta, lo que sucede es que los supuestos que requiere para que sus postulados se concreten no se observan en el mundo real.

6. En contraste, la desigualdad en la distribución del ingreso es uno de los factores que limitan el desarrollo humano y social, por ende el económico y el político. Moderar la opulencia y la indigencia fueron motivaciones fundadoras de la Nación que imaginó Morelos en su famoso texto de 1813. Hoy siguen siendo el mayor desafío de la nueva sociedad mexicana a la que aspiramos en el siglo XXI.

Para ejemplificar la vigencia de ese reclamo, basta hacer notar que es necesario multiplicar por 21 los ingresos de un hogar de los más pobres para que éste tuviese un nivel de ingresos igual al promedio de los más favorecidos.

7. Una sociedad que presenta índices de desigualdad tan extremos, como la mexicana, tiene menos posibilidades de desarrollarse y generar valor. Además, suscita fuertes resistencias por parte de aquellos que saben que su posición dominante está ligada a la desdicha de las mayorías.

Tenemos que fortalecer nuestra clase media, desarrollar a ese amplio sector social que resulta fundamental para el crecimiento del país por ser fuente de capacidades productivas, con poder adquisitivo y a la vez estabilizador del sistema político.

8. Si el Estado es débil y el entorno de las pequeñas y medianas empresas es de estancamiento, la clase media también se debilita. Ello genera tensiones sociales cuyos ecos se escuchan en la inconformidad y la falta de credibilidad en autoridades, partidos políticos e instituciones.

9. Llenar el casillero vacío implica también navegar en las sociedades del conocimiento, en una transformación social y económica que permita elevar la productividad de la mano de obra y, por tanto, sus niveles de ingreso real; así como sustentar la competitividad internacional del país apoyada con la incorporación del progreso técnico a los procesos productivos.

10. México es más grande que cualquiera de sus problemas. La inequidad es enfrentable, además de que encararla alimenta positivamente el imaginario colectivo que aspira al progreso y fortalece la legitimidad del sistema democrático.

Sólo con un Estado moderno, basado en el consenso y las propuestas de todos, el país estará en condiciones de dar el salto de calidad que se requiere para impulsar un desarrollo dinámico y equitativo, que supere el síndrome del casillero vacío y que ofrezca a los mexicanos el tan esperado bienestar con crecimiento y empleo bien remunerado.

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