miércoles, 9 de noviembre de 2011

Autosuficiencia alimentaria: reto de la nueva nación

Patria Nueva

Fidel Herrera Beltrán

9 de noviembre de 2011


1. La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) publica semestralmente el reporte Perspectiva Alimentaria, a fin de informar a la comunidad global, la evolución de la producción, consumo y precio de los alimentos en los mercados internacionales.

2. En general, el reporte prospectivo para 2011 es alentador, ya que se espera que la producción mundial de cereales crezca 3.9 por ciento, para totalizar mil 165 millones de toneladas. Esto, sin duda, mejorará la disponibilidad de alimentos y redundará en mayores niveles de ingreso para los productores del campo.

3. Por lo que respecta a nuestro país, estas noticias no son tan satisfactorias. México se encuentra dentro de los países que experimentarán un decrecimiento en la producción de alimentos. Se prevé que en 2011 la producción nacional de cereales alcance 28.5 millones de toneladas, casi dos millones de toneladas menos que en 2010.

4. La consecuencia directa de esta baja productividad obligará al Gobierno federal a aumentar las importaciones de cereales para satisfacer la demanda interna. La FAO estima que compraremos en los mercados internacionales 11.3 millones de toneladas de granos. Además, nuestro país está entre los principales países importadores de leche, queso y carne de cerdo, que con los incentivos y las políticas públicas adecuadas, bien podrían ser producidos internamente.

5. Y es que la política desarrollada desde diciembre de 2010 para generar una reserva estratégica de cereales ha tenido resultados mixtos. Si bien es cierto que fortaleció los inventarios de maíz y trigo, también ha desalentado la producción del sector agrícola nacional.

6. Los datos de la FAO son reveladores, y como afirma el profesor Roger Hansen, hemos vivido una paradoja en nuestro desarrollo. La modernización de la planta industrial del país que inició desde los años ochenta, supuso un cambio en las prioridades de desarrollo donde el campo ha estado ausente. El punto es que descuidamos la producción agropecuaria en pos de una industrialización que aún no se consolida ni termina de ser competitiva.

7. Replantear nuestro futuro implica, necesariamente, reactivar el campo. México debe tener muy claro que la política alimentaria es parte de la seguridad nacional. No podemos ignorar que un país, para ser soberano, independiente y fuerte, debe garantizar el abasto alimentario a su población y no depender de otras naciones.

8. Por ello, los retos del siglo XXI frente al campo mexicano deben retomar el contenido del Artículo 27 constitucional y focalizar la acción pública en tres aspectos fundamentales: generación de incentivos para la inversión, modernización de la explotación agrícola y producción suficiente de alimentos para abastecer el mercado interno. Impulsar la productividad agrícola dará origen a cientos de miles de empleos y mejorará la calidad de vida del sector campesino de nuestra nación.

9. Es prioritario impulsar un sistema de inversión pública que aliente la producción y la competitividad, así como elevar el presupuesto al campo nacional en lugar de reducirlo. Debemos actuar tal y como lo hacen los países desarrollados, que de acuerdo a la Ronda de Doha, invierten en su sector primario casi mil millones de dólares diarios. Ello a través de la provisión de semillas, fertilizantes, sanidad vegetal y animal, maquinaria, tecnología, infraestructura hidráulica y almacenaje idóneo.

10. De otro modo, estaremos condenando al país a la dependencia externa y a la escasez en un contexto de alta demanda a nivel mundial. ¡No podemos equivocarnos!

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