miércoles, 18 de enero de 2012

Para transformar la crisis en oportunidad

Patria Nueva

Fidel Herrera Beltrán

18 de enero de 2012


1. En este 2012, las economías que integran la Unión Europea se enfrentan a un escenario adverso, lo cual confirma los supuestos enunciados por el reconocido economista Rudiger Dornbush en su libro La macroeconomía de una economía abierta, en el que afirma que todo exceso en el consumo de una nación que genere déficit fiscal, tarde o temprano tiene que ser pagado, y en ocasiones con creces.

2. Esta situación se agudiza a nivel internacional dado que la economía estadounidense resiente un problema similar; por tanto, las dos regiones del mundo con mayor capacidad de compra enfrentan la necesidad de recortar gastos para pagar deuda.

3. El horizonte poco alentador en este grupo de países, hará que los inversionistas globales apunten su interés hacia otras naciones con estabilidad macroeconómica y capacidad exportadora y de consumo. México es una de ellas. Hoy nos encontramos en una posición privilegiada para transformar la crisis financiera internacional en una oportunidad para potenciar nuestro desarrollo.

4. Existen diversos elementos que reafirman ese optimismo. Entre ellos, de acuerdo con las evaluaciones de la empresa Merrill Lynch, México cuenta con una economía sólida, bajos niveles de inflación y de deuda pública, cuantiosas reservas monetarias, y exportaciones petroleras a precios históricos muy altos. A ello podemos añadir que nuestro país tiene un bono demográfico excepcional que puede ser punta de lanza para el crecimiento, además de numerosos tratados de libre comercio firmados con países que se encuentran en plena expansión económica.

5. Por lo tanto, hoy más que nunca debemos fomentar el impulso a nuestras exportaciones y la creación de nuevas fuentes de crecimiento interno. Coincido con los reiterados señalamientos del Secretario General de la OCDE, José Ángel Gurría: aprovechar la coyuntura internacional para hacer crecer nuestra economía, y para ello es necesario promover los cambios estructurales pendientes. En especial, tres reformas me parecen fundamentales para posicionarnos como una economía emergente: la laboral, la energética y la fiscal.

6. La reforma laboral tiene que estar dirigida a facilitar la creación de un millón de empleos al año para darle posibilidad de ocupación a la población económicamente activa que se incrementa en esa proporción anualmente. Esto dinamizará nuestro mercado interno. Más empleo genera más consumo y más inversiones, es decir, promoveríamos un círculo virtuoso del crecimiento.

7. En la reforma energética que tenemos pendiente es preciso hacer más rentables nuestros recursos petroleros, así como propiciar la generación y apoyo de economías de escala para abastecer al sector industrial e impulsar el crecimiento de nuestras medianas y pequeñas empresas, pero también promover el uso de energías alternativas y evitar los ciclos de conflicto del oro negro.

8. Por último, México requiere de una reforma fiscal equilibrada en la cual se establezca que quienes más perciban contribuyan con mayores ingresos al Estado, pero, además, que combata con mayor rigor la evasión fiscal y que propicie condiciones para promover la inversión y el empleo en el sector privado. La federación debe contar con los recursos necesarios para hacer realidad las políticas públicas que la ciudadanía demanda.

9. Un paso positivo en esa dirección se dio esta semana con la aprobación de la Ley de Asociaciones Público Privadas que vendrá a detonar la inversión en infraestructura de comunicaciones y servicios públicos, éstos últimos de mayor calidad.

10. México cuenta con las condiciones para destacar como economía emergente en las primeras décadas del siglo XXI. Todo ese esfuerzo deberá enfocarse a sacar de la pobreza a los 57 millones de mexicanos que la padecen.

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Hacia la Ruta del Crecimiento

12 de Enero de 2012

Fidel Herrera Beltrán


El 2012 representa para México, y también para el resto del mundo, el desafío de alcanzar un mayor crecimiento y que éste se traduzca en mejor calidad de vida para la población. Esto significa que gobiernos y ciudadanía deben propiciar las condiciones para que los proyectos de desarrollo que se emprenden alcancen sus objetivos. En el caso nuestro requieren especial atención la paz social, el bienestar económico y el avance efectivo de la democracia.

En días pasados, el Institute Legatum, institución independiente dedicada a la investigación y análisis de políticas públicas, con sede en Londres, publicó los resultados de su reciente estudio titulado Índice de Prosperidad 2011. En ellos podemos observar que México se encuentra en el sitio 53 de 110 países, lo cual nos califica con un nivel medio de desarrollo y bienestar. De América Latina, sólo Uruguay se encuentra en el primer bloque que se compone de treinta naciones, ocupando el lugar 29, muy por arriba de nosotros. Pero si limitamos el análisis al grupo de países que conforma la OECD, caemos a un lamentable penúltimo lugar.

El Índice toma en cuenta ocho variables para medir la prosperidad: economía, espíritu empresarial y oportunidades, educación, salud, seguridad y protección, gobernabilidad, libertades personales y, finalmente, el capital social.

En los aspectos en los que nuestro país destaca son en su relativa estabilidad macroeconómica y en que existe una alta cohesión social, esto último significa que los mexicanos confiamos en los demás y nos ayudamos cuando es necesario. Sin embargo, en los negativos tenemos mucho camino por recorrer. De acuerdo con estas mediciones, nuestros principales retos están en los temas de seguridad y protección así como en los de educación, parámetros en los que México se ubica en los lugares 84 y 71, respectivamente.

En seguridad, siguiendo a este estudio, alrededor de la mitad de los ciudadanos se sienten seguros al caminar en la calle por las noches, lo cual es un estándar bajo con respecto a otros países. En cuanto al tema educativo, aunque logramos matricular al 98 por ciento de los niños en edad de recibir educación elemental, la cifra se reduce a tan sólo un 25 por ciento cuando llegamos al nivel superior.

Existen otros aspectos que también deben atenderse de inmediato, como incrementar la efectividad del servicio público e impulsar el optimismo por la capacitación y la formación especializada de nuestros recursos humanos. La preservación de los ecosistemas y la biodiversidad es también un espacio donde mucho podemos mejorar en los próximos años.

La pregunta que surge es ¿qué le hace falta a México para ingresar en la lista de los treinta países más desarrollados del mundo?

Responderla nos lleva indudablemente a fortalecer nuestra democracia y el estado de derecho para mejorar los indicadores de bienestar y encaminarnos hacia la prosperidad. Estamos en un año clave para México y frente una coyuntura en la que los mexicanos podemos participar en la construcción de una nueva nación, más democrática y competitiva, con desarrollo equitativo e igualdad de oportunidades.