miércoles, 22 de febrero de 2012

Redes sociales y democracia

Fidel Herrera Beltrán

Nueva Nación

22 de Febrero de 2012


La rapidez con la que actualmente fluye la información y los cambios tecnológicos que se expanden de manera vertiginosa en la actividad humana, han revolucionado al mundo. El nuevo paradigma nos ha llevado a cambiar la forma de comunicarnos, de emprender empresas e incluso de visualizar la gestión de Gobierno.

Y cada una de estas actividades tiene múltiples consecuencias, como una mayor participación y libertad de expresión; la generación de bienestar; la reconfiguración del Estado y hasta un cambio en la manera de hacer política. En este sentido, es posible afirmar que hoy la democracia se desarrolla y fortalece en las expresiones digitales.

En lo que se refiere al desarrollo económico, recientemente un estudio dado a conocer por el International Bussines Report reveló que a nivel mundial los empresarios mexicanos son quienes más utilizan las redes sociales para interactuar con sus clientes, proveedores y empleados. Inclusive, la red se ha convertido en una gran palanca para impulsar la creación de nuevos negocios y empresas virtuales, que sin la web no serían viables.

De igual manera, el impacto que han tenido las redes sociales en la democracia ha marcado un hito, la posibilidad de que cualquier persona conectada a la red pueda describir y opinar de manera instantánea acerca de lo que pasa y percibe a su alrededor.

Las revoluciones que ocurrieron en Túnez, Egipto o Libia, fueron narradas a través de teléfonos celulares por sus propios protagonistas. Si bien la red de internet por sí misma no es el motor de estas manifestaciones, sí permitió aumentar de modo exponencial la exposición de las ideas y objetivos de aquellos que encabezaron los movimientos a través de un medio que es masivo, gratuito y capaz de alcanzar a miles de ciudadanos de manera inmediata.

Por lo que toca a la ciudadanía, el uso de las redes sociales significa mayores libertades, sí, pero también implica responsabilidad en la información que se propaga, en la reserva de los datos personales de terceros y en el respeto a la privacidad.

Si bien es cierto que es necesario regular este nuevo sistema de relación social, deben también guardarse los equilibrios entre libertad y responsabilidad, respetando siempre los derechos fundamentales.

Para el tiempo que hoy vivimos en México, el ciberespacio y su relación con la democracia también ha implicado un cambio en la manera de hacer política, por lo que partidos y quienes aspiren a obtener un puesto de elección popular, deberán enfocar sus estrategias, discursos y oferta política al escenario virtual, pues su impacto como instrumento de propaganda política es muy significativo: el 59 por ciento de los usuarios de internet en nuestro país tiene 18 años o más y cerca de la mitad del total de los cibernautas pertenecen a la clase media.

Y justo en este momento en que la ley electoral en México establece un periodo de 45 días de silencio, las redes sociales, como espacio público libre, serán el único canal con retroalimentación instantánea de un número importante de ciudadanos con los que los aspirantes a la Presidencia de la República continuarán haciendo proselitismo.

Por eso, habremos todos que cuidar que los mensajes que se transmitan a través de estos medios alternativos mantengan un sentido propositivo y privilegien las ideas sobre los ataques y las campañas negativas. Estoy convencido que el éxito de la batalla electoral en el ciberespacio dependerá de una estrategia política que permita, por medio de propuestas auténticas y viables, conquistar a quienes mediante la web participan en la construcción de una Nueva Nación.