jueves, 29 de noviembre de 2012

Telecomunicaciones y justicia social

29 de Noviembre de 2012
La infraestructura que posibilita el uso de banda ancha en los servicios de telecomunicaciones se encuentra rezagada en México. El déficit es observable con mayor claridad en la subutilización de los celulares de nueva generación, que debieran posibilitar usos interesantes no sólo en comunicaciones sino también en sectores como el educativo, el de salud y el del comercio electrónico.
Desde la primera generación conocida como 1G, conformada por redes análogas, hemos vivido en una desactualización constante. Con el desarrollo tecnológico, la digitalización irrumpió con una fuerza inusitada, generando el 2G; esto es, teléfonos celulares de segunda generación que revolucionaron el mercado internacional y tienen como referente la contratación de mano de obra en centros de atención a clientes, empresas distribuidoras de productos de consumo y servicios de reparación diversos.
La tercera generación de celulares denominados 3G no ha alcanzado con fuerza a nuestro país, ello se debe, principalmente, a que el ancho de banda que permite la trasmisión de paquetes de información es insuficiente. En este punto, estamos por debajo del promedio de los países de América Latina que se ubica en el 18%. Por ello, no estamos potencializando aplicaciones diversas con la capacidad de revolucionar sectores tan importantes como la educación y la medina; ello, a través de teleconferencias en tiempo real con lo que podríamos acercar los sectores sociales más desprotegidos mediante el uso de esta tecnología y sus aplicaciones.
De seguir aplazando este proceso de cambio tecnológico, no estaremos en posibilidad de utilizar los celulares de cuarta generación, que utilizarán únicamente protocolos de internet conocidos como IP, en una velocidad que ya se denomina como futurista. Esos teléfonos tendrán, incluso, la posibilidad de recibir televisión de alta definición, lo que representa un avance sustancial en todos los procesos tecnológicos alineados con los aparatos celulares.
El tiempo corre y la tecnología pareciera que lo hace al mismo ritmo, mientras en México seguimos viendo pasar los cambios como espectadores de un mundo de competencia global que demanda eficiencia en todas las áreas. Es tiempo de que nuestro país se sume a la corriente mundial del avance tecnológico, dejando a un lado los intereses particulares que impiden el avance en el sector y que amenazan la competitividad que hemos alcanzado en otras áreas de nuestra economía.
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